Era el año 1952 en pueblo de Abbeville, Luisiana. Abbeville tiene una población de menos de 10.000 personas y ahí es donde la familia Domínguez encontró su hogar. Santiago era el hijo más grande y vivía con su familia allí en Abbeville. Su padre tenía una panadería en el centro de la ciudad y Santiago trabajaba con su padre y entregaba el pan a sus clientes. Una de las cosas favoritas que a Santiago le gustaba hacer, aparte de estar con su familia en la panadería, era jugar al fútbol. En aquel tiempo el fútbol no era muy aceptado en los Estados Unidos, pero debido a que Santiago y su familia se habían cambiado a Abbeville desde España, lo criaron con una pelota de fútbol y podía jugar muy bien.
Con el fútbol llegando a ser más y más popular aquí en los Estados Unidos los promotores del deporte decidieron que era hora de comenzar un equipo nacional para que jueguen contra otros países. El entrenador del equipo viajó por todos los Estados Unidos buscando a jugadores y por alguna razón, llego al pueblo chiquito de Abbeville. Allí es donde él encontró a Santiago. Inmediatamente el entrenador ofreció a Santiago una posición en el equipo e inmediatamente él aceptó la oferta. Santiago iba a cumplir su sueño que había tenido por vida. La búsqueda para otros jugadores continuó a través de los estados. Los jugadores de todas partes del mundo compusieron el equipo de los Estados Unidos. Pancho de México y Freddy de la Argentina. Había algunos muchachos americanos que se llamaban Michael, Johnny y Frank y un jugador inglés que se llamaba Jon. El equipo se llenó muy rápido. Mientras el entrenador continuaba su búsqueda él encontró un hombre joven con talentos asombrosos. Èl miró a este hombre joven jugar fútbol, él estaba asombrado de sus habilidades y sabía que él necesitaba a este hombre para ser parte del equipo. El nombre de este jugador era Uko Eka, y él era de Nigeria.
Uko era un poco diferente que el resto de los jugadores en este equipo nuevamente formado. Él casi no hablaba y eso puso a los otros compañeros de equipo un poco incomodo. Otra diferencia importante era sus creencias. Algunos de los jugadores como Santiago, Pancho y Freddy eran muy católicos y lo habían sido desde su nacimiento. También los otros compañeros del equipo eran de religiones cristianas. Pero Uko no, él no era de una de estas religiones comunes, sus creencias eran muy diferentes. Uko creía en el Vudú, y sus compañeros del equipo esto no estaba bien. Más porque ellos no sabían cuáles eran las creencias de esta religión, pero les ponía nervioso de todas formas. Para la mayor parte no había problemas, hasta un día cuando Uko comenzó a bendecir al equipo.
Santiago no tenía ningún problema con Uko, todo lo que él quería hacer era jugar al fútbol. Mientras que el equipo practicaba junto, ellos comenzaron a jugar muy bien. Ellos desarrollaron sus amistades mientras que se preparaban para su primer juego contra los canadienses. Por alguna razón, Uko se sentía cómodo con Santiago y empezaron a tener una amistad no solamente en el campo pero en la calle también.
El equipo americano finalmente se reunió para su primer juego. Mientras que estaban en el vestuario, algunos de los jugadores notaron que Uko estaba haciendo una ceremonia por su armario. Muchos de los compañeros del equipo se sentían incómodos con la idea de tener esta religión extranjera bendiciendo a su equipo, pero nadie lo paró. Después de que cada uno estuvo listo, el entrenador vino y dio unas palabras y después ellos salieron corriendo al campo para calentarse. ¡Jugaron asombrosamente el primer juego y ganaron a los canadienses! Era el comienzo que todos habían esperado.
Se juntaron para su próximo juego en contra de Brasil y esta vez antes del juego, en vez de orar individualmente, ellos tomaron turnos. Incluso Uko participó y ofreció una bendición sobre el equipo entero. Uko no fue realmente seguro acerca de cómo él se sentía sobre compartir su religión muy personal con la otra gente del equipo, pero él lo hizo de todos modos. En su oración el dijo algunas palabras muy extranjeras en cuanto a Santiago, como que él iba realizar sus sueños algún día y que por mientras iba a tener que seguir trabajando en la panadería. Santiago estaba muy confundido pero no pensó mucho en el asunto. El equipo jugó mejor que la primera vez, ganando este juego 3-0.
Santiago estaba tan feliz como siempre. Él no podría creer que él estaba en un equipo profesional de fútbol. Esa noche Santiago fue a dormir como siempre. De repente, su papá le estaba despertando diciéndole que necesitaba entregar otro pan. ¿Realmente podría haber sido un sueño? ¿Todavía estaba en Abbeville entregando pan? Santiago estaba sentado en el silencio pensando sobre todo y no pudo dejar de pensar que no era un sueño. La experiencia era demasiado real, los olores en el aire, la sensación del pasto, él no habría podido soñar eso. Él miró abajo a la entrega que su padre le había dado, y el nombre de la persona le asustó mucho. El nombre era Uko Eka.
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